Razones para emborracharse hay muchas: fiestas de fin de año, celebrar un triunfo académico o al fin haber encontrado las llaves del estante donde mi papá guarda el whisky bueno (¡lo siento, Gran Riquelme!). Sea cual sea el motivo, es importante tener presentes ( y el asiduo lector lo tiene claro) las consecuencias derivadas de esta decisión: una disminución importante en las arcas personales, un aumento alarmante del volumen abdominal y una pérdida irreparable de neuronas. Con todo, si seguimos algunas reglas, se puede hacer un control de daños que nos permitirá, al menos, llegar a trabajar al día siguiente.
Reglas
1.- En cuanto al dinero
Todos saben cuál es la primera regla sobre el dinero: nunca uses el propio. Esto aplica particularmente cuando se trata de darle un uso tan poco retributivo como es consumir grandes cantidades de alcohol. Siempre se puede recurrir al cariño crediticio (“invítame y yo te invito la próxima), pero eventualmente eso deja de funcionar: créanme. Desde esta tribuna estamos obligados a condenar la deleznable práctica del perro muerto que, además de tener una connotación increíblemente antianimalista, no hace más que provocar descalabros financieros en nuestros proveedores de licor, una preocupante disminución de la confianza en la sociedad y palizas brutales al miembro más lento de la comitiva que la lleva a cabo. Como los odio, ustedes saben que tengo asma…
2.- En cuanto al transporte
Ya lo dijo el vate: venir es fácil, volver no es tanto. El punto es que sea por medio de un taxi, amigo con auto o teletransportación, retornar a la base es fundamental. Tengan presente, queridos radioescuchas, el artículo 97 de la Ley de Tránsito, que prescribe la travesía de personas en estado de intemperancia por medio de un vehículo motorizado. Por su parte, el artículo 2356 del Código Civil, muy poéticamente, nos indica que, del que da no lo que no debe, no se presume que lo dona. ¿Viste mamá? ¿A quién echaron de la escuela de Derecho? ¿Ah?
3.- En cuanto a la resaca
Según entiendo, un Omeprazol antes del castigo etílico permite reducir sus ulteriores y perniciosas consecuencias, pero yo no me fío de los químicos: lo mío son los destilados. Por otro lado, una cerveza a tempranas horas de la mañana, aunque recomendada por abuelos y alcohólicos alrededor del mundo, puede tener un efecto adverso. Básicamente, porque la solución para no tener caña es mantenerse en estado de ebriedad: eso es como recomendar veneno en caso de intoxicación con veneno. Dr. Chávez, tal vez ya no nos veamos en tribunales, pero reciba, a través de este expediente, un poco de justicia poética.
4.- En cuanto a las obligaciones laborales posteriores
Todo el mundo lo sabe: después de los lentes de sol utilizados en espacios interiores, una bebida energética sobre el escritorio es la manera más efectiva de comunicarle a tus compañeros que estás con resaca. ¿Cómo evitamos que una lata azul nos delate? El café siempre nos confiere una coartada irrefutable, pero sus efectos suelen ser dispersos. Personalmente, recomiendo el uso de sustancias menos relacionadas con la caña, como los dulces, un sándwich de bacon frito o el arsénico. Eso me recuerda: Dr. Chávez, llamaré a su secretaria para cancelar la cita de mañana.
5.- En cuanto a las consecuencias neurológicas
Una vez leí que el cerebro no puede andar más rápido que su neurona más lenta y que, a su vez, la cerveza destruía, primero, las neuronas más lentas. Esto, sostenía el audaz autor, probaba que beber solo traía beneficios intelectuales. Además de antojadizo, la tesis recientemente expuesta es sumamente peligrosa, pues igualmente podemos encontrar a quien asegura que le csonumo ecxisvo ed aclhool peude prcovoacr dislexia. Oy no cero ne ose.